martes, 11 de octubre de 2011

De Chile nos visita:

Héctor Hernández Montecinos (Santiago, Chile, 1979) Su últimas obras publicadas son sus monumentales trilogías Debajo de la Lengua (Cuarto Propio, 2009, Chile) y La Divina Revelación (Aldus, 2011, México). Su trabajo poético lo ha llevado por casi toda Latinoamérica, donde se han publicado varios libros suyos, además del Latinale 2007: Festival Itinerante de Poesía Latinoamericana en Alemania. A los 29 años recibió el Premio Pablo Neruda que le otorga la Fundación homónima por su destacada trayectoria tanto en Chile como en el extranjero. El año 2010 fue seleccionado en Cuerpo plural. Antología de la poesía hispanoamericana reciente (Valencia: Pre-Textos) y Bombardeo de poemas sobre Varsovia (Varsovia: Wydawca). También en el Programa de Residencias Artísticas para Creadores de Iberoamérica y de Haití en México
de FONCA y AECID. Es el compilador de 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana (Ventana Abierta, 2010, Chile). Actualmente se dedica a dar conferencias y talleres sobre su "Hermenéuticas chamánicas del sujeto", donde se cruza la teoría del oráculo, la obra de arte, diagramas de la imaginación y procesos de subjetividad.

El fin del tiempo

Escribo cada palabra como si fuera un oráculo

una predicción para el Libro de los Muertos

o para un capítulo de la Biblia

que no hable de asesinatos e idolatría

de algún modo el Laberinto es también

un libro cuya entrada es la misma salida

y descifrar su secreto es quedarse a vivir allí

como si se tratase del cuerpo del amado

antes de matarlo con el filo de una mirada

y no arrepentirse

Leer ahora a Homero por ejemplo

es ver una película que nunca se acabe

ciudades vueltas polvo y ceniza

amores y sus criminales coitos

miedo y dolor pues

todo mito es un lugar común el día de hoy

y los lugares comunes son una forma de hablar

de la muerte pero sin nombrarla

por eso todo cementerio es un libro y un laberinto

tal como lo es el océano el cielo

y el cuerpo hermoso del amigo antes de la traición

que significa enamorarse

pues allí ya no hay nada más que las ganas de

morirse juntos

como si acaso ese efímero adversario no fuera más que uno mismo

Beberé todo el día y al anochecer

saldré a cambiar los poemas escritos por botellas de cerveza

que también quedarán inéditas porque ya no las recordaré

se esfumarán como un espejismo

en un baño húmedo y sucio

donde un muchacho te guiñará un ojo

y no querrá saber nunca cuál es tu nombre

más tarde las estrellas veremos por última vez

y habrá que seguir olvidando

necesitan esta vida

que se escapa sorbo a sorbo

noche a noche incontables

y más allá de estos instantes que no volverán

se presiente el fin

como un recuerdo para después de mi tiempo

este poema


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